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Se diligente en recuperar tus fuerzas

Antes de casarme tenía un mal habito, dormía con la televisión encendida, no podía dormir si no era con el ruido del televisor, el resultado es que aunque mi cuerpo recuperaba fuerzas amanecía de mal carácter, con una mala actitud, con los nervios sensibles y el pensamiento abotagado, de igual manera, cuando no reposamos en Dios, despertamos con el espíritu cansado, con una mala actitud respecto a Dios y respecto a hacer su voluntad, incapaces de coordinar una oración coherente y adorar a Dios por la mañana, la cura me la dio el propio Dios: “Tu vida espiritual no depende simplemente de la hora en que te levantes, depende también de la hora en que te acuestes”, así que me hice el firme propósito de tener un horario regular de sueño, generalmente desde las 10h30 pm en el cual apago el televisor y busco el sueño después de una corta oración.

Isaías 41:10  No temas, que yo soy contigo; no desmayes, que yo soy tu Dios, que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.

Dios no se cansa, los hombre sí, pero Dios no se cansa, sin embargo al recordar la historia de la creación podemos llegar a suponer que Dios se cansa y por eso el séptimo día descansó.

Gen 2:2  El séptimo día terminó Dios lo que había hecho, y descansó.

Pero si revisamos varias versiones podemos tener otra idea acerca de que sucedió ese día:

(RV95)  El séptimo día concluyó Dios la obra que hizo,  y reposó el séptimo día de todo cuanto había hecho.

(BJ2) y dio por concluida Dios en el séptimo día la labor que había hecho, y cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera.

La idea es que Dios dejó de crear, se dedico a celebrar lo que ya había creado, si vemos el versículo siguiente, Dios se dedicó a santificar, el propósito del día de reposo no fue que se dejara de hacer cosas, es que se diera un tiempo para celebrar, honrar, proclamar, reconocer la bondad de Dios, este concepto no implica la inactividad, implica la actividad correcta, Jesús tenía claro este concepto cuando dijo un sábado de reposo:

Juan 5:17 “Mi padre hasta ahora trabaja y yo también trabajo”

En el caso del ser humano el descanso tiene un propósito adicional, permitir que Dios nos renueve las fuerzas para seguir esforzándonos, es un periodo de recuperación en el cuan Dios nos devuelve las fuerzas agotadas, Dios a dispuesto que las fuerzas físicas sean renovadas mediante la alimentación y el reposo, pero las fuerzas espirituales tienen otra fuente de renovación, la presencia de Dios, por eso es necesario el tiempo de reposo, no como un tiempo de simple inactividad sino como un tiempo de conectarnos a la fuente de poder necesaria para hacer lo que necesitamos hacer:

Isa 40:28-31  ¿No has sabido? ¿No has oído que el Dios del siglo es Jehová, el cual creó los términos de la tierra? No se trabaja, ni se fatiga con cansancio; y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.

Los jóvenes se fatigan, y se cansan; los niños flaquean y caen; pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas, como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

Escuche la historia de un leñador, el cual fue contratado para derribar todos los arboles de un campo, el primer día derribó 100 árboles y el dueño del campo lo felicitó, al siguiente día el hombre fue con más animo pero solo consiguió derribar 90, al tercer día el hombre pensó en recuperar lo perdido, porque el dueño del campo se mostró inconforme, pero por más que se esforzó solo logró cortar 80 árboles, al siguiente día solo 60, así hasta que al noveno día solo logró cortar 10, el dueño de la finca sospechó la razón del pobre desempeño del leñador y se acerco a preguntarle: “por si acaso, ¿usted ha dedicado algún tiempo para afilar su hacha?”, y allí ambos encontraron la razón del problema.

La clave del texto es “esperan en Jehová”, a veces pensamos que necesitamos un descanso de Dios, tenemos la idea equivocada que estar cerca de Dios nos agota, nos cansa, cuando es lo contrario, nos renueva, vuelve a dar filo a nuestra hacha, pero al decidir descansar sin Dios lo único que hacemos es renovar las fuerzas físicas pero el ánimo y el espíritu permanecerán vacios, el resultado será que aunque tengamos fuerzas físicas no tendremos ánimo para seguir a Dios ni obedecerle.